Celia y su compañero de vida Pedro Knight
image by: Félix Lam

Celia Cruz, el mundo no te olvida!

Hace 10 años, el 16 de julio de 2003 falleció la más grande salsera de la historia. El mundo le rindió honores de gran estrella y la prensa comentó: “Cuando Celia canta, Europa tiembla, África se contorsiona, Nueva York gime, Puerto Rico vibra”.

Celia Caridad Cruz Alfonso (Celia) es llamada la guarachera del mundo, la reina de la salsa, comparada con las grandes del Planeta: Edith Piaf, Elis Regina, Ela Fitzgerald, Lola Flores, Toña la Negra. La cantante femenina de Cuba más reconocida y respetada.

Nace en un humilde solar de la barriada de Santo Suárez, La Habana, El Cerro, el 21 de octubre de 1925 en una etapa cuando la discriminación racial era notable. Pero el arte es más fuerte que todas las barreras. Desde niña amaba el canto, estudió magisterio y ganó premios en concursos radiales y corales. Estudió algo de música y fue haciendo todo lo que podía en el canto.

“Después de la segunda vez que gané premio, ya sabía que podía luchar por un lugar bajo el sol, en el mundo de la canción”, dijo la famosa cantante.
En 1942 trabajó con Obdulio Morales en Radio Cadena Suaritos con coros yorubá de Alberto Zayas –donde también se encontraba Merceditas Valdés–. En esa etapa hizo unas grabaciones.

En 1947 comenzó el despegue con Roderico Neyra (Rodney, mago de la coreografía de Tropicana, a partir de 1951). Se integró al legendario grupo de Las Mulatas de Fuego y con ellas filmó la película A La Habana me voy. Luego viajaron a México para actuar en el Follies Bergéres, del Chato Guerra.

Pero el gran momento de Celia aconteció en el mes de agosto de 1950, con la salida de la cantante Myrta Silva del conjunto de La Sonora Matancera.

“Un tiempo atrás me habían recomendado a Celia –recordaba el director de La Sonora, Rogelio Martínez-. Pero, sinceramente, en aquellos tiempos, con tantos prejuicios no se concebía en La Sonora Matancera, un conjunto élite para blancos, una cantante negra”.

Celia probó fuerzas ante la disquera Seeco. El empresario Seegel no la consideraba comercial. Ante la insistencia de La Sonora y contra viento y marea, en enero de 1951, la cantante de Santos Suárez grabó: Cao cao maní picao y Mata Siguaraya. Los discos comenzaron a venderse y muy bien. Las ventas se dispararon. Celia se convirtió en un imán de taquilla con su Burundanga.

En 1955 se presentaron en películas: Una gallega en La Habana, Yambao (1956), Olé Cuba. Viajaron por Latinoamérica y llegaron, apoyados por Carlos Manuel Palma (Palmita, de la revista Show) al fastuoso cabaret Tropicana. Para 1957 alcanzó el preciado galardón de La Mejor Cantante, Disco de Oro, en Nueva York. El triunfo coronó sus esfuerzos

El 15 de julio de 1960 pasó a residir a México. Participó en Nueva York con Lucho Gatica y Armando Manzanero, a bolero puro. Se casó en la gran ciudad con su compañero de la vida, Pedro Knight.

En 1965, con más de 200 discos, causó baja de su querida Sonora Matancera. Le interesaba emprender una carrera de solista. Inició un coqueteo con el rock latino y el pop en la década de 1970 hasta su consagración salsera con la Fania All Star. Llovieron los Discos de Oro: Azúcar negra, Tributo a Los Beatles, con el toque cubano.

1987 Hall de la Fama en Hollywood con Desi Arnaz y Pérez Prado, estrellas de Cuba. Forma parte del Museo de Cera de Los Ángeles, DIVA en el Word Music History.

Johnny Pacheco habla de Celia: “Cuando la vi por primera vez con La Sonora matancera, la negra eléctrica salió al escenario con su voz que excedía las trompetas. No lo podía creer, era lo máximo. Cantante natural podía cantar con una lata y un palo no necesitaba más. Ella era la orquesta. Sin embargo, era humilde, sencilla y se dormía donde quiera, tenía sueño viejo, como muchos en la música. Cuando salía al escenario era una negra de cien mil voltios de potencia. En África, ante más de cien mil asistentes cantó la Guajira Guantanamera. Fue la apoteosis; el regreso a la raíz. ¿Quieres algo más grande que Celia? (Entrevista de Armando López).

Estuve presente en Nueva York en los últimos días de Celia, en uno de sus homenajes finales, se presentó en un salón de la Babel de hierro, fue su despedida para luego entrar en un salón de operaciones.

El fotógrafo Félix A. Lam, conserva un álbum muy especial de las mejores fotos de Celia. Lam fue durante muchos años el fotógrafo preferido de la gran cantante.

Sobre la gran diva se publicaron varios libros: El Dr. Héctor Ramírez Bedoya escribió: Historia de La Sonora Matancera y sus Estrellas y Celia Cruz, Alberto Beltrán, Celio González. Umberto Valverde le redactó una novela muy exitosa y espera dedicarle una biografía.