El fenómeno del mambo, hace 60 años

El mambo fue la primera gran explosión del planeta en los inicios de la década de 1950, vale la pena trasladarnos en el tiempo a ver qué pasó en aquellos días.

Finalizando la década de 1940, cuando todavía sonaban los ecos de la 2ª. Guerra Mundial, en que la gente quería la paz y mucha alegría para compensar el desastre de los largos combates; aparece lo que siempre tiene que aparecer, un loco sublime, monstruo sagrado de la música. Es un cubano llamado Dámaso Pérez Prado, un músico de escuela, pero con el genio añadido.

Vamos a leer sus palabras de la década de 1980 por mediación de la periodista Erena Hernández: ″Desde que estaba en Cuba, en 1942, con la Orquesta 'Casino de la Playa', comencé con mis ideas, a tratar de crear una música completa: el mambo. El mambo es una música muy sincopada, yo tenía toda la música escrita, no como hacían en Cuba que escribían un pedacito solamente. Los primeros mambos que grabé los consideraron muy adelantados, no comerciales. Finalmente en 1949 grabamos Que rico mambo y Mambo no. 5, y ahí comenzó todo″.

Todo parece indicar que la explosión es en 1950, aunque las informaciones de la prensa las encuentro en 1951: Dos importantes testimonios encuentro: Gabriel García Márquez y Alejo Carpentier:
Pérez Prado es un genio, ha puesto el planeta patas arriba con rebanadas de trompeta, picadillos de saxofones, salsa de tambores y trocitos de piano bien condimentados, una milagrosa ensalada alucinante sólo con doce músicos. (El Heraldo, Barranquilla 12 de enero de 1951).

“Soy partidario del mambo, actuará como un revulsivo dentro de la música bailable obligándola a nuevos caminos. Hay mambos de una invención extraordinaria, en lo melódico como en lo armónico. Todas las audacias de los ejecutantes estadounidenses de jazz han sido dejadas atrás por lo que Celibidache llama “el más extraordinario género de música bailable de este tiempo”. (El Nacional de Caracas, 24 de febrero de 1951)

La revista Newsweek declaraba la “mambomanía” en 1954: “El mambo es la sensación de baile exótico más grande que arrasara el país en un cuarto de siglo”.
Down Beat en 1951, catalogó el mambo como “la locura más grande en bailes. La fiebre del mambo capturó todo el mundo”.

El mambo se convierte en la pieza principal de los mejores espacios de los EE.UU., desde el elegante Carnegie Hall, el Savoy Ballroom, el Palladium, el Apollo. Muchos cabarets adoptan el nombre de mambo. Abrió el camino de todas las músicas latinas cosa que agradecen en todo el continente. Se crean departamentos musicales de música latina como la Mercury Artist Corporations. Para ganar popularidad muchas orquestas adoptan nuevos nombres relacionados con La Habana-Cuba y sus ritmos. Muchos artistas se reinventaron a sí mismos para pasar por cubanos. Esto se dice y no se cree, pero fue así y hay que publicarlos hoy a la distancia de seis décadas. (ver el libro Ser cubano de Louis A. Pérez, publicado en La Habana).

Converso con mi colega de Matanzas, Senén Suárez, compañero de trabajo y amigo de Pérez Prado, máximo compositor de La Sonora Matancera, para que me cuente cómo fueron aquellos días en La Habana y cómo llegó ese fenómeno musical a Cuba: “Cuando escucharon aquellas grabaciones de Mambo no. 5 y Que rico mambo, fue como un huracán o un terremoto musical, para qué contarte! Todo el mundo empezó a tocar y bailar mambo, especialmente las jazz bands, menos los tríos románticos ja ja ja. Nunca antes se había visto nada igual, hoy eso todavía parece increíble, insuperable, quizás nunca puedan superarlo”.

Después de esta verdadera y auténtica revolución musical, en los EE.UU., muchos discos comerciales grababan música cubana adulterada a las que les agregaban letras en inglés. La música cubana penetró desde principios del siglo XX y nunca se han podido despegar de ella. Tanto el jazz, como la salsa latina bebieron de la música cubana. Esta es una historia que hay que contar a los nuevos estudiantes de música cubanos que tienen una gran dependencia del jazz, sin saber que realmente la dependencia es a la inversa.

Desde luego, no vayamos a pensar que ante un boom musical todos están de acuerdo. Pérez Prado fue acusado de tener un pacto con el demonio de los “negros salvajes” y caníbales de África. Fue catalogado como demente, histérico, lujurioso, impúdico, masoquista, incendiario del mundo. En países de Asia el mambo fue prohibido, en Lima Perú el Cardenal prohibió bailar mambo a los filigreses.

En Cuba decimos que los truenos nunca caen en la verdolaga. El Dámaso lo resistió todo: secuestros en México, ataques, pero estaba hecho a prueba de balas; fiel a sus ideas, el pueblo de México lo apoyó y el pueblo del mundo lo aplaudió a rabiar. Algún día habrá que hacerle una estatua del tamaño del Capitolio al primer músico que estremeció al mundo, antes que el rock and roll de Elvis Presley y Bill Haley lo hicieran en 1954.

Hoy a seis décadas de aquel fenómeno tenemos que recordar el camino iniciado por Pérez Prado, cocinado en Cuba con muchos genios de la música cubana: Arsenio Rodríguez, Israel López “Cachao” y su hermano Orestes, dentro de la Orquesta de Arcaño y sus Maravillas, Julio Cuevas, Casino de la Playa.

Alabanza para el Rey del Mambo, el Dámaso Pérez Prado!