El Festival del Caribe tiene su historia, se remonta a la etapa en que se llamaba Fiesta del Fuego o Festival de Artes Escénicas de Origen Caribeño, con grupos portadores de origen haitiano y de otras islas del Caribe.
Pero el Festival alcanza su verdadera dimensión en 1991, casualmente cuando se iniciaba el Período Especial, en medio de dificultades enormes. Por esos días visité Santiago, en pleno Boom de la salsa cubana, junto a NG La Banda, los líderes de la timba cubana. Recuerdo los planes que se gestaban para este primer encuentro.
El sociólogo y director de Relaciones Internacionales de la Casa del Caribe, Manuel Ruiz Vila, me recuerda que en lejanos tiempos de la colonia, se asentaron muchos grupos humanos desde la zona de Ciego de Ávila, hasta Santiago de Cuba y Guantánamo: Haití, Jamaica, Barbados. La gente acostumbró a decirle a todos: “jamaicanos”.
“Esa gente llegó a Cuba como braceros, en un desarrollo azucarero tardío, a principios del siglo XX. Por ahí estuvo el embrión del festival, por supuesto, desde los primeros momentos, lo que hace a muchos caribeños rastrear sus raíces”. Pues bien, después de 1991 comienza a ampliarse el abanico de posibilidades de países de toda la cuenca del Caribe que es inmensa. Llegaron Guyana, Puerto Rico. Tomando en cuenta las difíciles condiciones económicas de Cuba, se pidió que los visitantes costearan sus propios gastos.
Poco a poco el Festival comienza a despegar hasta convertirse en un fuerte movimiento cultural americano, en 1990 vienen quinientos dominicanos y es el momento en que se consolida el gran evento santiaguero. Santiago de Cuba removió sus figuras teatrales de las comunidades y barrios periféricos, dando lugar al rescate de una cultura un poco desconocida que ahora exponía sus cualidades al campo internacional. Los Beatles decían que “toda cultura tiene propios valores artísticos, nacidos de los hombres y de los pueblos”.
El Festival de hoy día, iniciado por Joel James y continuado por Orlando Vergés y un grupo de figuras muy bien encaminadas en el objetivo de aglutinar lo que vale y brilla del continente y más allá. Todos los años se intercambian poetas, teatristas, músicos, cantores, pintores y artistas e intelectuales de todo el Caribe y de otras zonas interesadas en el folclore nuestro que es de los más ricos y vivos del planeta.