El Mambo de Perez Prado impactó al mundo entero

El mambo hace 60 años [1ra Parte]

El mambo cumple en este 2009, su aniversario 60, después de alcanzar la revolución más grande de la primera mitad del siglo XX, el más musical de toda la historia. También tenemos que recordar en septiembre el aniversario 20 del fallecimiento del gran músico cubano.

Cuando Pérez Prado graba los súper éxitos mundiales: Que rico Mambo y mambo no. 5, comenzaba la explosión musical más resonante hasta esos momentos lograda por un músico.

“Pérez Prado –escribió García Márquez en 1951- mezcla rebanadas de trompetas, picadillos de saxofones, salsa de tambores y trocitos de piano bien condimentados, para distribuir por el continente esa milagrosa ensalada de alucinantes sonidos. Se trata de un asalto a mano armada, por la vía legal y con pasaporte en regla, que antes de lo que muchos pueden suponer habrá hecho estragos en los Estados Unidos. El inmortal es uno de mis ídolos más antiguos y tenaces”.

PP va maniobrando con el mambo, con los timbres más avanzados y los elementos estándar, buscando el equilibrio. “Yo me olvidé de los clásicos y comencé de nuevo mi camino”, dijo el músico. Es una ofensiva general, en que a la música escuchada por las victrolas, (o sinfonolas como se les llama en México) y la radio se unen las presentaciones personales. Con esos dos cañonazos aplastantes: "Mambo no. 5", "Qué rico mambo" (23-1546) Disco suelto, sencillo, single, de fecha 7 de marzo de 1950. El 27 de junio graba el segundo disco: "Mambo no. 8" y "El ruletero", para rematar). Su primer disco (23-1546), inicia la explosión con la venta de más de cuatro millones de discos hacia 1951, cifra aplastante para aquellos tiempos, el cubano ya no estaba tan loco, se sabe que el triunfo te da la razón. Enseguida comenzó a fluir un incontenible e impetuoso torrente de pesos mexicanos hacia los bolsillos de PP y su empresario Félix Cervantes que con los muchos millones se adueñó de los teatros Margo, Cervantes y el Insurgente, levantados con el dinero del mambo. Para que no faltara la novela y el llanto, su anterior jefe Alfonso Brito, se encontraba en la miseria, no tuvo luz larga. El mambo lo invadió todo: el teatro, el cine, la radio, la plaza de toros. El nombre de PP se codeó en popularidad con los consagrados Cantinflas, Agustín Lara y todo el gran mundo azteca.

PP va maniobrando con el mambo, con los timbres más avanzados y los elementos estándar, buscando el equilibrio. “Yo me olvidé de los clásicos y comencé de nuevo mi camino”, dijo el músico. Es una ofensiva general, en que a la música escuchada por las victrolas, (o sinfonolas como se les llama en México) y la radio se unen las presentaciones personales. Con esos dos cañonazos aplastantes: "Mambo no. 5", "Qué rico mambo" (23-1546) Disco suelto, sencillo, single, de fecha 7 de marzo de 1950. El 27 de junio graba el segundo disco: "Mambo no. 8" y "El ruletero", para rematar). Su primer disco (23-1546), inicia la explosión con la venta de más de cuatro millones de discos hacia 1951, cifra aplastante para aquellos tiempos, el cubano ya no estaba tan loco, se sabe que el triunfo te da la razón. Enseguida comenzó a fluir un incontenible e impetuoso torrente de pesos mexicanos hacia los bolsillos de PP y su empresario Félix Cervantes que con los muchos millones se adueñó de los teatros Margo, Cervantes y el Insurgente, levantados con el dinero del mambo. Para que no faltara la novela y el llanto, su anterior jefe Alfonso Brito, se encontraba en la miseria, no tuvo luz larga. El mambo lo invadió todo: el teatro, el cine, la radio, la plaza de toros. El nombre de PP se codeó en popularidad con los consagrados Cantinflas, Agustín Lara y todo el gran mundo azteca.

Lo que el cubano hace en México se cuenta y no se cree, el mambo comienza a coger candela, corre como un trueno sonoro por todo México hasta que estalla en el mundo entero. Potencia sonora y dinamismo nunca antes visto con esas orquestaciones llamadas “rompecueros”, con el temperamento afro. El chaparrito emitía unos sonidos guturales (gruñidos) que lo caracterizaban y le daban una nota pintoresca. “Era el grito de la naturaleza”, como el mismo calificara.

El musicólogo Leonardo Acosta explica el mambo de esta manera: “La sección de saxos resulta disminuida por Dámaso de cinco a cuatro (elimina un saxo tenor) ya que la cuerda de saxofones es empleada por PP casi siempre al unísono y el registro grave, salvo casos aislados como el solo de saxo alto en "Mambo in sax" o el dúo de altos de "La chula linda". Y el fraseo de trompetas y saxos responde a la politritmia que establecen la percusión, el contrabajo y el piano. En resumen, que frente a la tendencia de los orquestadores de jazz de empastar cada vez más el sonido de la banda que llegó a fundir instrumentos de muchos pasajes. PP establece diferentes planos sonoros con dos registros básicos: uno agudo con las trompetas y otro grave con los saxos, ambos en constante contrapunto y con una función más melódico-rítmica que melódico-armónica. Los solos del trompetista mexicano Chilo Morán son formidables, como sorprendente los que hace el propio PP que introduce los "clusters" –o racimos de notas- en la pianística popular, tal como lo hizo Thelonius Monk en el jazz. La impronta de PP estuvo presente en los mejores músicos y orquestadores cubanos, como Bebo Valdés, Peruchín, Armando Romeu, Generoso Jiménez, Cabrerita y la banda de Benny Moré. Hay que felicitar a PP por su tenacidad y por hacer lo que tenía que hacer en el momento preciso, ni antes ni después”.

En el gran auge de PP es llamado a EE.UU., meca del jazz, firma contrato por 96 mil dólares, nada menos que con el hotel Waldorf-Astoria, el más exclusivo y suntuoso de New York. Le pagaban 12 mil semanales, una verdadera fortuna, en los tiempos en que un auto costaba cien dólares. En el Carnegie Hall se ofrecieron dos conciertos de mambo, a la que asistieron para maravillarse, los críticos y las más relevantes personalidades en NY. Al arribar a NY Stan Kenton, Dizzy Gillespie, Artie Shaw y otros artífices de la música estadounidense se interesaban en conocer al “monstruo sagrado”, emocionados estrechaban su mano, era el genio que había estremecido al mundo, antes que el rey del rock and roll, Elvis Presley.

“Soy partidario del mambo," –confesó, en 1951, Alejo Carpentier, un musicólogo de vanguardia- "actuará ese ritmo sobre la música bailable cubana como un revulsivo, obligándola a tomar nuevos caminos. Hay mambos de una invención extraordinaria, tanto desde el punto de vista instrumental como desde el punto de vista melódico. Todas las audacias de los ejecutantes de jazz han sido dejadas atrás por lo que Celibidache llama 'el más extraordinario género de música bailable de este tiempo'”.

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