El Tosco habla de jazz

José Luis Cortes (El Tosco) es el rey de la timba cubana y también una de las estrellas del jazz latino, vale decir jazz cubano.

Un flautista de alta escuela, de inspiración y de mucha fuerza telúrica; seguidor de la tradición charanguera de Richard Egues, Antonio Arcaño, José A. Fajardo, Rolando Lozano, Pancho el Bravo, y muchos virtuosos cubanos. José Luis comenzó con la orquesta Los Van Van, después pasó al grupo Irakere, con los que participó en diversos festivales de jazz en todo el mundo, en los ocho años que trabajó con la súper banda de Chucho Valdés. Recuerdo en la gira por la zona oriental, con NG La Banda, yo viajaba como representante de prensa de la banda que manda.

Era el despegue triunfal del Boom de la salsa cubana, justamente en el mes de mayo de 1990. El 4 de mayo estábamos camino de la ciudad de Holguín, se esperaban los músicos habaneros en un festival musical en Mayarí. En el ómnibus se hablaba con mucha pasión acerca del jazz. Germán Velazco emprende un ataque al Tosco, que no estaba tan al tanto de lo último en el jazz. Ciertamente, Cortés andaba más preocupado por los asuntos de la música del Malecón para adentro (de nuestra Isla cubana) y mucho menos para la música de "afuera”. José Luis sabía en lo que andaba, prefería revolucionar la música cubana, imponer una escuela y dejar un poco de lado otra música que durante muchos años –para muchos instrumentistas- ha sido como un maleficio, en el sentido de que la música del jazz es el non plus ultra. En realidad el jazz es una música mundial, el poderío más grande del siglo XX; el jazz está caracterizado por el uso de melodías y armonías derivadas de las tradiciones europeas de una tradición de siglos, emparentadas con la herencia concertante, sinfónica, que se transforma a través de un énfasis en la improvisación y la autoexpresión; pero la música cubana, es inigualable en cuanto a ritmo y percusión y también cuenta con un tremendo énfasis en la improvisación, el repentismo y la autoexpresión. Lo que una música tiene, la otra no lo tiene. El jazz necesita de la música cubana el sabor, los tumbaos, los montunos; ellos no tienen esa cualidad que los dioses solamente pueden dar. Los jazzistas estadounidenses tuvieron un amplio reconocimiento de la riqueza musical cubana y de toda América Latina, vamos a estar claro en esto.

JLC, hablemos del jazz
Yo me introduzco en el jazz, como músico profesional en el grupo Irakere. En 1970 comienzo a tocar con Los Van Van, con ellos ejecutaba la flauta, dentro de una música con un concepto, un diseño musical bien definido. Se trata de una música esencialmente para bailar, para que las parejas puedan hacer evoluciones en el baile “Casino”. Ya en 1980 paso al grupo Irakere, tenía ante mí, el desafió de enfrentarme a una música distinta, con otra mecánica más complicada, más elaborada. Irakere era la mejor banda de su tipo en el mundo del jazz internacional. Yo comencé a tocar el saxofón, ante una prueba de fuego en la que me metió Chucho Valdés. Los labios me reventaron en el entrenamiento. Pero pasé la prueba, tocamos en todos los escenarios de jazz del hemisferio occidental, con toda la exigencia que implica eso.

Entonces cuando comienza el 1er. Festival de Jazz Plaza tú ya estabas en Irakere? Yo recuerdo aquella inauguración, porque de paso debo decir que también Los Van Van participaron en la clausura del Festival, en diciembre de 1980?
Cuando aquello, algunas personas que trabajaban en las direcciones musicales consideraban al jazz una música no muy bien vista; pero el Festival fue un éxito y se fue imponiendo con los años. En fin de cuenta el jazz nace alimentado con música caribeña, especialmente de la habanera y el danzón; más adelante con los ritmos que llevó a Nueva York, Mario Bauzá con Machito y Los Afrocubans, también la rumba caliente de Chano Pozo. Todas las músicas se unen en el mundo y tienen puntos de contacto. Igual que no hay raza pura, con la música, en el paso del tiempo todas se conectan.

Con NG La Banda ustedes hicieron otra música, otra vaina, como dicen los latinos?
Nosotros hacemos un jazz timbeado, bailable; a veces concertante, pero siempre con un toque bien cubano. Nosotros somos negros con pelo corto y no hacemos concesiones con lo europeo. Yo nací en un barrio marginal, he vivido en todos los barrios de La Habana y mi música es un reflejo de la trayectoria de mi vida. No voy a hacer una música alienada de mi personalidad, entonces no sería yo. /Nací en La Habana, soy habanero/ Jesús María Belén/ y los Sitios enteros/.

Los “metales del terror” de NG La Banda, hacían pasajes, jazzísticos muy complicados, muchos de los músicos que intentaron hacer la plantilla de la banda, no podía afrontar esos pasajes llamados por los brasileños “alucinantes”
Tu conservas las criticas de la prensa internacional, de especialistas mundiales, ellos han dicho que NG La Banda, es la mejor orquesta del hemisferio occidental (Ben Tavera King/ San Antonio Express-News USA)

Yo me acuerdo que, en la primera etapa de NG La Banda, ninguna banda cubana pudo imitar el concepto, el estilo, el sonido, el timbre espectacular de NG La Banda. Ustedes dejaban decepcionados a todos los músicos cubanos. Del exterior ni hablar, fuera de Cuba es casi imposible imitar a la timba caliente de NG La Banda?
El secreto se encuentra en una “base ritmática” que mete miedo, eso sólo se encuentra en Cuba, en instrumentistas percusionistas que salen de los solares, barrios, rumbas y congas de carnaval. Eso no se encuentra en ninguna parte de esta zona occidental.