El son tiene tres genios en Cuba: Miguel Matamoros, Ignacio Piñeiro y Arsenio Rodríguez. Matamoros creó el formato de trío, magnificó el son oriental y es uno de los compositores más granados y difundíos en el mundo. Arsenio le dio al son el toque afro, negro, eavy (fuerte), Ignacio Piñeiro le dio el aúrea poética, la gracia de la guajira y es uno de los compositores mas importantes de Cuba, su obra Échale salsita, sazonó la salsa latina, pieza emblemática que fue empleada en uno de los pasajes de la Obertura Cubana, escrita por el gran George Gershwin.
El músico de Jesús Maria nació el 21 de mayo de 1888 y falleció el 12 de marzo de 1969, este año se conmemora el 120 aniversario de su natalicio. Se trata de un músico de fundación, de escuela, de conservatorio callejero. Mucha de la mejor música popular surgió entre la sabiduría popular, entre genios naturales como fue el caso de Ignacio Piñeiro; baste decir que el niño desdés su etapa de juventud ya dominaba los distintos toques de los cabildos africanos –llegados de esclavos- que Vivian en el barrio de Pueblo Nuevo donde también vivió Piñeiro.
“Desde ñino aprendí los trucos y secretos de los negros africanos que me los enseñaban en sus cofradías, yo les hacia mandados y ellos me dejaban entrar en su mundo. Aquel ambiente era de miedo, pero yo me desenvolvía entre ellos con mucha naturalidad y era una esponja captando todo lo que ellos sabían”.
Con todos esos atributos llego a dirigir el coro de clave y guaguancó de Los Roncos de Pueblo Nuevo, donde era decimista y compositor. En esa etapa compone El Edén de los Roncos, Dónde estabas anoche, Mañana te espero, niña.
En 1926 se une a Maria Teresa Vera con el Septeto Occidente, viaja a Nueva York, graba en los estudios Nueva Jersey y, en 1927, en La Habana, funda su propio Septeto Nacional.
En 1929 ganan la Medalla de Oro en la feria Exposición de Sevilla, España, introduciendo en grande el son cubano en muchas de las ciudades hispanas. Ya en 1930 están tocando en el fastuoso cabaret Sans Soucí, en la alta aristocracia habanera. En la etapa inicial el son estaba marginado y confinado a Escuelas de Baila y cabaretuchos. Las sociedades de negros tampoco querían aceptar al son, hasta que poco a poco van comprendiendo que era una música de gran poder.
En 1933 actúan en la feria-Exposición Un Siglo de Progreso, en Chicago, Estados Unidos. Ya el son era dueño de medio mundo con la fuerza de Ignacio Piñeiro y Miguel Matamoros.
Piñeiro compuso cientos de obras, Helio Orovio dice que son 327: afro-son, canciones, congas, danzones, guaguancó, guajira-son, guaracha-son, pregones, rumbas, sones montunos. Cuatro palomas, Esas no son cubanas (1927); No juegues con los santos (1928); Suavecito (1930); Buey viejo, La cachimba de San Juan (1921); Mentira Salomé (1932), Bardo, Entre tinieblas, Échale salsita, El guanajo relleno (1932-1933); A gozar mujeres, Canto lucumí, Dichosa Habana, Guaguancó callejero, La maraquera, Coco mai mai, Canción de cuna, Donde crece el amor, A divertirse señores, El cocinero, Oreja, Hay que bailarle suave, Calentito, En la cáscara de coco, Comedia de amor, Acordes del bongo, A cogerlo, Ahora se ríe, Arrocha cubano, Boquita chiquita, Busca el alfiler, Camagueyana, Carita de virgencita, Cuatro palomas, Cubaneo, Cumbre florida, Dichosa suegra, Juégame limpio, No juegues con los santos, Pero qué lengua, Mi son genuino, Que bonita es, La cachimba de San Juan, Castigador, Diana la rumbera, Donde andabas anoche.
Ignacio Piñeiro es uno de los músicos que abrió el camino de la música cubana de fundamento, muchos de los ritmos que después aparecieron tienen las células y la creatividad de Piñeiro. La salsa latina iniciada en Nueva York, se alimentó de la salsa de Piñeiro ¿dónde si no? El formato, el timbre, el ritmo, la gracia y el savoir faite, aprovechó la impronta del poeta del son.