Kelvis Ochoa

Kelvis Ochoa - El nuevo Manolín cubano?

Kelvis Ochoa, la estrella del movimiento Habana Abierta, se ha convertido en el nuevo Manolín, en la manera de crear sus estribillos (Manolín fue la súper estrella del estribillo salsero en Cuba), también en la manera de fundir la canción de la trova con el son, la guaracha, el mambo, la rumba, la conga, el pop, el rock, el jazz, el rap, en una especie de funky a lo cubano.

No se trata de un cantante de música bailable propiamente como Manolín, que hace sus canciones a la medida del bailador, tiene ese don especial, esa dosis exacta y domina el detector de basura, que eso es vital a la hora de hacer canciones. Manolín sabe llenar los espacios con frases, detalles imaginativos: "Búscate tu cantante niña", "Pelo suelto y carretera", "A la batalla". Kelvis por lo contrario, es un cantor para teatros, descargas para gozar. En realidad, son dos cosas muy distintas, pero ambos son buenos estribilleros".

Kelvis es feo como un coño, parece salido de una cueva medieval, tiene rasgos de indígena (Las Tunas), donde los indios todavía están ahí a flor de piel. Su cara es redonda como un asiático mongol. Su pelo como si fuera la melena de un león viejo. Pero, como los feos, casi siempre son simpáticos, pues Kelvis tiene un público, porque, ojo, a las mujeres les encanta los feos, son la contrapartida.

Pues bien, a lo que voy, Kelvis Ochoa se presentó en uno de los conciertazos de año en el teatro Blanquita (el más grande de América Latina en 1950), actual Carlos Marx, también se llamó Chaplin. Entonces organizó, con amigos pudientes, como el actor de la peli, Fresa y chocolate, Jorge Perugorría (El Pichy), y sonaron dos espectáculos para chuparse los dedos, con comparsa y conga de carnaval al final.

Kelvis Ochoa rajó la leña en el Carlos Marx, el pasado fin de semana, en un concierto que puede catalogarse como uno de los más resonantes del año. El vate cantó hasta el legendario tema de La Mateodora: "¿Dónde está La Mateodora?/ rajando la leña está".
El concierto de Kelvis fue un verdadero espectáculo, bien concebido, en la producción, el montaje, las luces, el sonido, la escenografía de René F. Rodríguez, la dirección musical de Harold López-Nusa, además de estelar pianista concertista y jazzista, ahora en una nueva faceta más popular. La excelente dirección artística de Jorge Perugorría, que va ampliando su abanico creativo: actor, pintor, director de cine y espectáculos. La presentación sirvió para presentar su disco con la EGREM.

Kelvis con sólo 38 años, es como un resumen de ese movimiento que se hizo llamar Habana abierta, fruto de aquellos encuentros locos de la Peña de 13 y 8 del segundo lustro de la década de 1990 (en pleno Boom de la salsa): La radio aflojando salsa otra vez, dice Kelvis en su canción Cuando salí de la Habana.
Pues bien Kelvis resume todo esto: el mundo juglaresco (con sus fantasías de variedades), el trovadoresco (con su lírica santiaguera), el changuí y el son (con su sabrosura), la guaracha (con su humorismo y su irreverencia del choteo), la salsa (con su alta potencia rítmica). "Procedo de una familia musical de allá de Las Tunas y la Isla de la Juventud, tocaba congas con latas de aceite y escuchaba el sabroso rock".

En el espectáculo El pinero echó mano a todos los formatos posibles: trovador, dúo, trío, cuarteto vocal, bunga (piquete), a veces con trompeta. Banda salsera, grupo orquestal de violines, en determinados momentos llegó a contar con veinte músicos en el escenario; con invitados en el violín, la guitarra eléctrica, la batería de Samuel Formell, la voz de Yusa. Por momentos lograba un sonido pop, rock, funky a lo cubano, timbeado. El repertorio agrupa a los compositores amigos: Pepe del Valle, December Bueno y el propio Kelvis.
El secreto, el logro más concentrado de Kelvis estriba en su gracia para meter las canciones en la dulzura de los montunos y estribillos, quien maneja estos dos secretos musicales, con gracia, imaginación e ingenio, tiene ganada la "Gran Escena".
Es una trova, nada depresiva, más bien soneada, alegre, amable. Sin que por ello no se deje entrever los problemas actuales del desarraigo de algunos músicos, de la nostalgia por la tierra. Es, sin dudas la llamada "Nueva Canción" de fin de siglo XX, un siglo que parece que no haber terminado aún. Hay siglos cortos y siglos largos, el siglo XX tiene todavía mucho que decir al mundo.

Como vemos, el movimiento de la salsa y la timba de la década de 1990 influyó más de lo que imaginamos a los cantores y agrupaciones de la "Nueva Canción Cubana". Se espera una nueva música que, para algunos no aparece todavía. Esta es la nueva música que se gestó desde aproximadamente 1995, llega a la cúspide con aquellos estrepitosos discos: Habana Abierta (1997), 24 horas (1999), de la firma BMG (Kelvis Ochoa, Vanito Caballero, José Luis Medina, Alejandro Gutiérrez, Boris Larramendi, Athanay.
Recordamos aquellos memorables conciertos tan prometedores: Vanito en la sala Covarrubias del Teatro nacional (La Habana a todo color, Songo motor). El concierto de Medina y Alejandro en Bellas Artes (Chocolate con churros, Así, así). Boris con su banda (Yo no tengo la culpa), rock marginal lleno de roña, al decir de Manduley. Y el retumbante concierto de La Tropical (Imperio de la Salsa), 12 de enero del 2003 (David Torrens, Gunila, Gerardo, Diego Cano, Piñol, Rochy, Kelvis, Vanito, Boris, Alejandro, Vanito, José Luis, Athanay).Concierto grabado para un documental de Arturo Soto y Jorge Perugorría. En aquellos días había "Un cachito pa´vivir", como dice uno de los coros.
De todo ese mosaico musical viene Kelvis Ochoa que reúne en sus conciertos a ese público que se gesta el siglo pasado, de esa etapa de experimentos, de laboratorio de una canción llena de expresividad emocional y sentimental, nacida en arrebatos de inspiración con toda sinceridad y esperanza.

Kelvis es todo eso y algo más, es como un personaje de feria, un juglar moderno, con su veta primitiva y natural. Su público conoce sus canciones, las tararea, las corea de pie, las goza; esa es la música.
El concierto de Kelvis fue un verdadero regalo de estos primeros meses del 2008, me imagino que esperan llevarlo por todo el país, ofrecerlo al exterior; es una muestra de la música cubana más renovadora.
El espectáculo termina en "Gran Finale", con la comparsa de Los Guaracheros de Regla y la conga de Los Tambores de Bejucal, como un adelanto de los carnavales que renacerán en La Habana. La gente sale del concierto: renovado, como si asistiese a una revolución musical.

Cuando salí de La Habana


¡Que llegó la banda!
Bajando con equipaje me vi
Picando media mañana
La radio aflojando salsa otra vez
Desde frente a mi ventana.

Las cosas que he visto en esta ciudad
Pero la vida que se derrama,
Piñol fraseando canciones de ayer
Una bronca, luego fiana.

Besitos a mi madre, lloraba mamá,
Sentía que me estrujaba.
De pronto el gorrión que sentí al partir
Chocaba con una calada
Teniendo yo que decir.

Hace calor en La Habana,
Hace calor en La Habana
Hace calor en La Habana, mi hermana,
Y cuéntame de Madrid.
Te digo a ti. (Bis)

Madrid con su intensa Puerta del Sol
Luego La Palma
Armando una bulla en el Suristán
Vanito se huracanaba.

Yo sé muy bien lo que necesito
No quiero que me digan qué debo hacer
Poco me importa si es un ratico
Así mientras dure aprovecharé,
Fui friki, donante, mecánico y hasta chofer
Fui ruso, ignorante, llevando en la piel resistir
Como un divino reptil.

Hace calor en La Habana…
Que es lo que quiero
Un cachito pa´vivir (se repite)