La Aragón cumple 74 años!

La Aragón celebra su cumpleaños el 30 de noviembre, comenzaron con siete u ocho músicos, con el nombre de “Rítmica Aragón”, tenían como concepto premisa la disciplina y como concepto la cooperativa distribuyéndose lo recaudado entre todos. Cada músico recibía unos cuarenta centavos por actuación.

Eran tiempos en que prevalecía la música danzonera, influida por el son (“Nuevo Ritmo”), impuesto por la orquesta de “Arcaño y sus Maravillas”. También se tocaban boleros, valses, fox-trot, pasodobles, chotis, cuplés y otros géneros, según cuenta Héctor Ulloque Germán.

Su tema de presentación fue “La bella cubana” de José White, después se cambió por una creación escrita por Enrique Jorrín. Sus inicios fueron muy humildes tocando esporádicamente en bailes populares de las sociedades y en los sindicatos. Cada músico recibía unos cuarenta centavos por actuación. Como no se podía vivir de la música, cada uno mantenía el segundo oficio.

Su director se llamaba Orestes Aragón y lo sustituye en 1948 Rafael Lay Apesteguía. Atravesaron muchos avatares, como toda agrupación musical, pero eran persistentes y voluntariosos. Tenían el propósito de triunfar, con esa sed de triunfo que tienen todos los jóvenes, apoyados por las ilusiones y las esperanzas, la fuerza que mueve la tierra.

Con esa perseverancia de años, llegaron al triunfo en la capital, entre 1953 y 1955, cuando el cha cha chá dominaba a toda Cuba. Inspirados en el cha cha chá de Enrique Jorrín y la orquesta América, dirigida por Ninón Mondejar.

El gran momento de la década de 1950 fue dominado, en determinados momentos, por la Aragón con un estilo novedoso, atrevido y sorprendente. Su sello consistió en fundir el cha cha chá con el son y el mambo, pero ahí no termina todo.
Además de contar con la dirección de un verdadero organizador, el violinista Rafael Lay (compositor y orquestador), contaban con el genio de Richard Egües (flautista, compositor, orquestador). Poseían el coro de voces más fantástico de charangas de Cuba. Y, con los demás músicos conformaron un “tutti”, un ensamble único en América. Todo eso constituyó un sello, una marca, un concepto.
El cantante estrella de la Aragón Pepe Olmo me dijo en su casita del Cerro: “En la Aragón todo estaba bien hecho, por eso me quedé todo el tiempo allí”.

Con ese sonido único triunfaron en la era más musical de su tiempo, en el momento en que proliferaban fabulosas agrupaciones: Arcaño, Antonio María Romeu, La Ideal de Joseíto Valdés, Fajardo y sus Estrellas, La sensación de Rolando Valdés, La Sublime de Melquiades Fundora.
Por otra parte, sonaba el son de los conjuntos como Arsenio Rodríguez, La Sonora Matancera, El Casino, Los Jóvenes del Cayo, Cubavana, Roberto Faz, Rumbavana.

Y también dominaban los lujosos salones las jazz bands: Riverside, Cosmopolita, Hermanos castro, Casino de la Playa, la orquesta de Tropicana, Benny Moré, el Rey.

Todos los países de América tienen su orquesta emblemática que los representa, Cuba cuenta con la gran Orquesta Aragón de Cienfuegos, la Charanga eterna, la sinfónica criolla en miniatura, la orquesta que con su realeza musical atravesó el danzón, mambo, el cha cha chá, el rock and roll, el pop, el rock, el yeyé, el beat, la salsa, la timba y hasta el regaettón.
Se codearon en Cuba con Benny Moré, Miguelito Valdés, Abelardo barroso, Miguelito Cuní, Roberto Faz, Fernando Álvarez, Pacho Alonso, Celio González, Tito Gómez, los grandes todos.

Llegaron a los mejores escenarios del mundo, desde el Olympia de París, Carnegie Hall, el Lincoln Center de Nueva York. Sala Chaikovski de Moscú, Poliedro de Caracas, Minas de Chuquicamaca, Jardines de Guinea. En África fueron reyes y en América ídolos de multitudes.

De la Aragón siempre hay mucho que hablar y todavía quedan muchos secretos y misterios. La Aragón logró –como Benny Moré- hacer simple, un proceso altamente complejo. Todo ello con mucha sabrosura típicamente cubana. Ninguna orquesta pudo superar a la Aragón, en el gran momento de la Aragón, en las luces de bengala del decenio (1953-1963), una etapa musical de celebración.

Las canciones interpretadas por la Aragón eran como cantilenas, madrigales, lied, sonaban a escuelita de música. Las versiones de la Aragón son inigualables, por ejemplo, el bolero de Pedro Junco “Nosotros” lo han cantado desde Plácido Domingo hasta el baladista Luis Miguel, pero nadie le ha dado ese toque especial que le dio la Aragón. “Nosotros” es un bolero, pero la Aragón lo grabó en ritmo cha, matizando, en alguna medida, la tragedia de la canción creada por un hombre con la enfermedad de tuberculosis.

Observemos las versiones inigualables de la Aragón: Los tamalitos de Olga, Noche azul, Silencio, Angoa, Bodas de Oro, Esperanza, Bombonchá, Almendra, La gloria eres tú, Noche de ronda, Ya no alumbra tu estrella, El organillero, Cachita, Calculadora, El baile del suavito, Cuatro vidas.

Cuál fue el misterio de la Aragón para que nadie pudiera superarlo?
Ponga usted un disco de la vieja guardia de la Aragón, observará que se trata de algo más que una orquesta, fue un sonido, un concepto, un timbre de una época. Para lograrlo se comprometieron músicos que más que aplicar una técnica escolar, inventaron su propia técnica, de ahí la dificultad de imitarlos. Cada músico –con el paso del oficio de tantos años y tantos bailes- inventa su propio truco (tricheries le dicen los franceses), que es muy válido; sabemos que todo arte se sirve de determinados trucos o habilidades, según demuestra el teórico del arte alemán Arnold Hauser.

De qué manera usted podría imitar a estos músicos que crearon su mecánica personal durante décadas y décadas?
Cada músico crea su librito y eso es lo que se llama un estilo.
El estilo es imprescindible, el estilo es el hombre, el artista que tiene algo que afirmar. Tiene que ser natural, claro, suave, deleitoso. “El que no tiene estilo propio, tampoco tiene carácter”, enunciaba Schopenhauer. “El estilo –escribió Azorín- no es una cosa voluntaria. El estilo es una resultante…fisiológica”. Desde luego es cierto también lo que decía Horacio, “el esfuerzo renueva y perfecciona el temperamento del artista”. El estilo, más que hacerlo todo bien, es una cualidad. Equivale a ingenio, talento ideal y formal. Existe el estilo natural y el artístico. No hay arte donde no hay estilo, ni estilo donde no hay unidad, producto de una inteligencia ordenadora. El estilo es la manera de manifestarse un artista, ante sí mismo y ante los demás, según nos decía Martín Alonso.

Después de hablar estas cosas de la Aragón, lo mejor poner las pilas de la reserva y escuchar una lluvia de canciones, en los arcones de la nostalgia, como si estuviéramos frente al Partenón de los grandes momentos de la Aragón, si no tienes estas canciones en tu discoteca, computadora o iPhone, entonces tu reserva musical no está completa. Después de la Aragón hay que descorrer el telón.