Dámaso Pérez Prado: El Rey del Mambo

La Salsa Cubana (2da Parte)

Desde Colombia recibí la revista Melómano (Edición 56, marzo del 2012), dirigida por el colega y amigo Orlando E. Montenegro, guardián de la música de nuestro continente. En esta edición existe un capítulo muy atractivo titulado “¿Existe una salsa cubana?, Se reabre el debate…”

La Salsa Latina de NY (Fania All Stars)
Por la vía de Nueva York, a partir de 1963 se funda la Fania Record, con Jerry Masucci y Johnny Pacheco. La banda era como un All Stars de la música cubana o latina. En la década de 1970 alcanzan una explosión musical y registran el nombre de la salsa para bautizar una música alimentada preferentemente con los ritmos y el formato instrumental cubano. El especialista de la música latina, Vernon Boggs, escribió en la revista Latin Beat: “La mayoría de las discusiones sobre la salsa apuntan a la misma dirección. Las raíces de la salsa están en la música cubana. Desafortunadamente, la mayoría de los escritos en su apuro por asegurarle a la salsa una identidad latina “pura”, pasan por alto las raíces histórica de esta modalidad musical en la música popular estadounidense”.
Hasta aquí el tema de la salsa en Nueva York, fuera de Cuba.

Llegó La Salsa Cubana
En la década de 1960 se popularizan varios ritmos en Cuba: “Mozambique” (Pedro Izquierdo/ Pello el Afrokán), “Pa´cá” (Juanito Márquez), “Dengue” (Pérez Prado), “Pilón” (Enrique Bonne). Después le siguen una serie de “modos” o variantes:
“El Bastón” de Orestes López, “El Palmoteo” de Puntillita, “El Guasón” del Bonne, “El Coco” de Leyva, “El Jompi” de la América, “El Simalé” de Pacho, “El Guapará” de Ases del Ritmo, “El Tum-Tum” de Tarafa, “El Repeché” de Castellanos el de la orquesta del Benny Moré, “El Bamboleo” de Yudy Vargas, “El Yaguarón” de Paterrson, “Cubayá” del Niño Rivera, “Rumsonba” de Escorcia, “El Guiro” de la Maravilla de Florida, “El Guácara” de Gómez y Ávila, “La Soga” de Raúl Gómez, “El Taco Taco” de Amaranto, “El Tira Tira” de Pancho el Bravo, “El Guasanga” de Rodulfo Vaillant, “El Pocueté” de Juan Formell, “El Mozanchá” de la Aragón, “El Changüí-Shake” de Formell, Revé, Irakere, etc.

Entre la década de 1960 y 1970 brillaron orquestas y conjuntos como Rumbavana, La Ritmo Oriental, Estrellas Cubanas, Pancho el Bravo, Revé, Los Van Van, Los Reyes 73, Los Latinos, La Monumental, La 440.
Los antecedentes más fuertes como preludio del Boom de la salsa cubana hay que separar a la Revé, Los Van Van, Son 14 de Adalberto Álvarez y Los Irakere.

Ya el 23 de diciembre de 1988 aparece el Dan Den de Juan Carlos Alfonso, ex pianista de la Revé. Un poco antes, el 4 de abril de 1988 se organiza NG La Banda de José Luis Cortés. El loco sublime de José Luis Cortés agrupa un Todos Estrellas, salidos principalmente de Irakere y Los Van Van, conforman NG La Banda, la que manda. De hecho José Luis Cortés había pertenecido a Los Van Van y Los Irakere.

Entonces cocinan una nueva música en la llamada “Gira por los Barrios de La Habana”, en noviembre de 1989. En estos experimentos conforman una “nueva música”, un nuevo concepto, timbre, sonido y estilo.
A eso le llamaron el Boom de la salsa cubana, aunque diez años después, en 1998, en la conferencia de prensa con el Dream Team (Team Cuba), Juan Formell bautizó la música de la década de 1990 con el nombre de “Timba”.

En pocas palabras, el boom de la salsa o la timba consistió en una explosión musical que lo llenaba todo, generó nuevos, cantantes, músicos y bandas; algunas de ellas femeninas. Instalaron en Cuba nuevas disqueras, muchas de ellas internacionales que distribuyeron la música como pudieron.

En La Habana se abrieron o rehabilitaron nuevos salones de baile (El palacio de la Salsa en el Cabaret Copa Room del Hotel Riviera, La Cecilia, El Rojo del Capri, El Turquino del Hotel Habana Libre), además de La Tropical, Imperio, La Catedral, La Capilla Sixtina de la Salsa. Se organizaban conciertos multitudinarios, algunos de ellos llegaron al millón de asistentes en la Plaza de la Revolución. La nueva música lo opacó todo, arrasó hasta con la música de acero de la galaxia electrónica del pop y el rock que amenazó al mundo con aplastar las músicas nacionales.

Cuba se coloca en el Hit Parade Mundial. La revista Bilboard reconoce en sus páginas a la Timba, The New York Times estaba en todos los grandes momentos de esta música. El especialista Ned Sublette emprendió un riguroso estudio de la timba.

En Europa penetraron esas bandas y se crearon nuevos salones con el nombre de Palacio de la salsa, imitando al de La Habana. Desde Europa llamaban los turistas para saber quién tocaba el fin de semana en El Palacio de la Salsa. En Nueva York – a partir de 1996/1997 -, con la llegada de Los Van Van, la Timba comienza a sacudir los rascacielos de Nueva York. Juan Formell pronuncia en un estribillo: “La salsa viene de Cuba y la traigo yo”. Tito Puente anuncia: “Si llegan los cubanos, tendremos que ir de nuevo a la escuelita”.

Los mega conciertos de la salsa y la timba reunían las bellas mujeres, mulatas que tienen el toque mágico de los Chinos. Pocas personas bailan como las mulatas y negras de Cuba. Aquellas bacanales musicales parecían a las fiestas que se celebraban en la Grecia antigua con aquellos coribantes -derviches en Grecia: bailadores extáticos dedicados a la madre-diosa de Anatolia. Las bacantes eran mujeres dedicadas al culto de Dionisio, quienes bajo el influjo de la música sufrían arrebates histéricos (éntheoi), poseídas por dios, de donde viene la palabra entusiasmo, con raíces en la magia.

Sorprendentemente el fenómeno surge en el llamado “Período Especial”, el momento económicamente más difícil de Cuba. Había caído el Muro de Berlín y con el Muro, todo los países socialistas. Pero como que la magia existe, Cuba se abre al turismo, y el turismo trae una nueva vida económica, las agrupaciones salseras comienzan a viajar y conseguir sus propios instrumentos y sus propios contratos. Algunos directores de orquesta como Juan Formell se hacen millonarios.

El empresario Francis Cabeza de la Magic Music consideró que este boom era la “Beetlemanía” de la música cubana. El propio Francis Cabeza organizó en La Habana, en 1997 el Record Guinness de El Son más Largo del Mundo. Cuba preparó un Team Cuba (Dream Team) en 1998, con las mejores bandas de la salsa y la timba. Se presentaron dos conciertos memorables, uno en el Anfiteatro de Varadero y otro en el Capitolio de La Habana.

Esos conciertazos están vendiéndose semi-clandestinos, en la 10ª. de Manhattan, Nueva York. Muchos periodistas, investigadores, musicólogos y diletantes se perdieron la oportunidad de disfrutar y aprender de una de las más grandes revoluciones que se hayan realizado en Cuba. Nosotros los dichosos salimos remozados como si asistiésemos una Camerata Musical.

Tanto la salsa como la timba trajeron más revuelo que la llegada en 1889 de la luz eléctrica a Cuba. Muchos “sabios” cuestionaron esta música, sin darse cuenta que la música la hacen los instrumentistas en complicidad con los bailadores. En caso de que la música no tenga aceptación, muere por sí misma, desaparece por muerte natural. Las músicas sinceras, auténticas, no se cuestionan porque son hechas a la medida de la gente, reflejo y espejo de las sociedades donde se crean. Es fruto de la época y atacarlas es inútil. Los que así lo hicieron, quedaron como “catones” (censores y detractores) de nuestros tiempos. Muchos de esos detractores embarraron sus manos de sangre, sus escritos quedaron publicados para deshonra de ellos mismos. Los críticos musicales olvidan que la música es algo más que música; está interrelacionada con lo socio-antropológico.

Como siempre se hicieron disecciones de los textos de las canciones que no eran más – repito - que reflejos de una época. El rey de las canciones de la salsa es Manuel Hernández “Manolín”, El Médico de la Salsa, un artífice de los estribillos y los coros.

El primer éxito de Manolín fue en 1993 “Una aventura loca” (Se te ve en la carita que tu eres una loquita). Un toque de dulzura dentro de la agresividad salsera o timbera. En julio de 1995 otro cañonazo: “A pagar allá” (tema muy ingenioso, los cubanos cuando llaman dicen: “A pagar allá”). En agosto, “Si te vas conmigo”, septiembre, “A que me mantengo”: (Te fuiste, y si te fuiste perdiste/ Y ahora soy el Rey/ y si te gusta bien y si no también). En diciembre remata con el hit del siglo: “La bola” (Porque hay que estar arriba de la bola/ arriba de la bola/). Después de estos éxitos del 95, todos fueron éxitos: La mitad de La Habana, Para mi gente, Te conozco mascarita, Me pase de copas, Voy a mí, Que fina, Todo mi amor es para ella (dedicado a su mamá), El que esté que tumbe, Romeo y Julieta, Pelo suelto y carretera, Pegaíto, Yo tengo amigos en Miami, Somos lo que hay: (Somos lo que hay/ lo que se vende como pan caliente/ lo que prefiere y pide la gente/ lo que se agota en el mercado/ lo que se escucha en todos lados/ somos lo máximo…Y unos dicen que somos la paz/ otros dicen que somos la guerra/ ay mami dime lo que piensas tú/ y no te lleves por las malas lenguas). Esa es la salsa pensante o salsa inteligente, usando palabras de los trovadores. Cuando Gabriel García Márquez habla de Cuba, se refiere en esas mismas palabras que Manolín.

El Médico de la Salsa es el primero en lograr que los bailadores corearan las canciones y coros (baladas bailables) y se dedicaran a escuchar las letras que le llegaban en cápsulas que se incrustan en la mente de manera subliminal.

En la revista (intelectual) de la UNEAC: La Gaceta de Cuba, julio-agosto, 2007, Emir García Meralla publica: “Manolín llegó para unificar a todos los bandos con una sola expresión: “A la batalla mi gente”. Es un salsero chic, con glamour. Su trabajo fue el menos local de todos, fue el reportero musical de la nación y su proyección social fue la expresión pura de las relaciones de mercado como un regulador del consumo. Iba de lo particular a lo general, para alcanzar toda la universalidad posible, a él se le debe el sentido de universalidad… A los coros al estilo de Manolín no escapó ninguna orquesta. Lo que Manolín tenía elegancia, picardía y modo de incidir en el público y sus patrones de conducta “Pelo suelto y carretera”. Era light; marcaba el paso dentro de las nuevas tendencias musicales cubanas con irreverencia pero bordeando la marginalidad; esa delicada línea a la que se aferraban los censores del gusto para atacar la música popular bailable. El Médico no estaba ajeno a los acontecimientos, debía asumir una posición más afín con las actitudes ideo estéticas expresadas por otros músicos del ambiente timbero, en especial El Tosco (José Luis Cortés), del que era, como casi todos, un deudor… En honor a la verdad, Manolín activó la chispa y dar la pauta para que ardiera la pradera social y musical”. (Ver también la revista Temas, oct-dic 2004, “Hágase la timba”)

“Manolín es el salsero que llegó para quedarse, para muchos el mejor salsero, para mí, un compositor de pegada, y sobre todo un hombre con tremendo ángel, algo imprescindible para que se establezca la magia de la comunicación”. Juan Formell, 1997.

Sobre la timba se crearon sitios web, libros, artículos, crónicas, discusiones, revistas, el nombre es un sello.

(Consulte: Los Reyes de la Salsa, Rafael Lam)
lamcronista@gmail.com

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