Lucca y la Ponceña en el congreso de los Angeles



En la historia de la música tropical, no existe una agrupación que haya superado a la Sonora Ponceña en términos de sofisticación e impecable sentido estético. La Ponceña, que hace poco celebró su 50 aniversario, se presentó el sábado en el hotel Radisson del aeropuerto de Los Ángeles. El marco fue la novena edición del Congreso Internacional de la Salsa, organizado por el promotor angelino Albert Torres.

Hay un aire de carnaval desenfrenado en este tipo de eventos. La presencia de la Ponceña fue para el Congreso un necesario retorno a las raíces: un gesto para recordar los elementos más adictivos de esta música.

Liderada por el tecladista Papo Lucca, la Ponceña interpretó temas favoritos de su extensa discografía, como Fuego en el 23 y Timbalero, presentando también material de su más reciente disco grabado en estudio, el excelente Back to the Road (2003).

En cuanto a su alineación respecta, la Ponceña es un conjunto tradicional: cuatro cantantes, cuatro trompetas, y la imprescindible sección de ritmo compuesta de bajo, congas, bongó y timbal. Nadie desentona. La orquesta sigue funcionando como un mecanismo de relojería.

El conjunto en sí es apropiadamente aguerrido. Un timbalero joven que se divierte enfatizando los acentos más sincopados de la sección rítmica. Trompetas que hacen marchar la melodía hacia adelante como si de una banda militar se tratara. Cantantes sobrios que se mantienen fieles al libreto de los coros pegajosos, pero saben permitirse un sabroso soneo cuando la circunstancia lo requiere.

Lo trascendental, entonces, viene de la mano de Papo. La profundidad, no solamente de sus solos sino también de su interpretación de los tumbaos básicos de la salsa, supera los límites del género para adentrarse en el jazz de un pianista apocalíptico como Bill Evans.




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