Pérez Prado, el Rey del Mambo

Pérez Prado y su mambo, la bomba nuclear de la música planetaria, el músico preferido de García Márquez, el que hinchó las venas de la vertiginosa música contemporánea.

El Rey del mambo nació el 11 de diciembre de 1917, es el aniversario 90 de un músico que el mundo entero conoce, fue el primero en estremecer al mundo, antes que lo hiciera el rock and roll de Elvis Presley, “El inmortal Pérez Prado puso al mundo patas arriba, desalojó a todos los ritmos del planeta, por eso, es uno de mis ídolos mas antiguos y tenaces, dio un golpe de Estado contra la soberanía de todos los ritmos conocidos”, escribió García Márquez en 1951.

Nació en Matanzas, donde mismo surge la rumba, el danzón, Arsenio Rodríguez y La Sonora Matancera. Realizó estudios académicos con Marta Angulo y Rafael Somavilla, con 16 años ya dirigía una orquesta. Decide instalarse en La Habana en 1940 y, a partir de entonces, fue un trabajador incansable, uno de los músicos más perseverantes y luchadores –como dicen ahora los salseros-. De tanto trabajo se quedaba dormido ante el piano, tocaba como un salvaje y orquestaba para muchas de las estrellas en La Habana. Tomaba cervezas con chicharrones y se pasaba el día haciendo experimentos. “No se burlen de él, ese si sabe lo que hace”. Decían en la barbería de Naranjo y Lucas. Y, en su apartamento de Neptuno 912, el encargado repetía: “Algo importante esta creando ese genio”. El pueblo siempre se da cuenta cuando algo se trama en la música popular.

El pianista matancero comenzó por el cabaret Pensylvania, en la Playa de Marianao, meca de la mejor música cubana, Siguió para el cabaret Kursaal, frente al puerto. Fue pianista de la Orquesta Cubaney, de Paulina Álvarez y orquestaba para la firma Peer. Acompaño al cantante Cascarita en la Casino de la Playa. “En la Casino yo iba haciendo mis experimentos, el mambo me obsesionaba, prepara el ritmo nuevo que me bullía en la mente. Hacia anotaciones al margen del papel pautado y escribía la palabra mambo”.

Total que el Dámaso llega a grabar esos experimentos en 1946 y 1948 con la RCA, por lo tanto, es en La Habana donde se graban sus primeros mambos, hace más de 60 años. Los primeros temas se titularon: Trompetiana (registrado como mambo), Panamá (registrado como Mambo kaen). Pero los productores de discos no entendieron las locuras experimentales de PP y el genio tuvo que marchar a México. “Me voy a México. Si la suerte me acompaña, allá voy a formar mi orquesta de mambo. Y tengo fe absoluta de que el mambo va a triunfar”.

En México un empresario le dijo: “Yo no creo que eso del mambo guste aquí, mano. Aquí la música que gusta es el danzón”. Pero el cubano era un loco sublime, sabía lo que quería y podía y un músico bien entrenado y decidido es algo imparable.
Observen ustedes el ajiaco que preparó el Dámaso: “Mambo es la combinación sincopada de un ritmo que llevan los saxofones. Sobre esa sincopa, la trompeta, la flauta o lo que usted quiera hacen una melodía. La batería va con ritmo de cencerro a curto tiempos y el bajo de una combinación de una negra con dos corcheas. Una negra en el primer tiempo, dos corcheas en el segundo tiempo. Un compás de espera en el tercer tiempo y otra negra en el cuarto tiempo. El mambo clasifica un ritmo”. (Entrevista de Federico Gómez Pombo)

Ya sabemos que PP absorbió la música de moda de su tiempo en Cuba: El “Nuevo Ritmo” de los hermanos Israel y Orestes López -los Cachao- (con el formato de charanga), René Hernández, Julio Cueva, Bebo Valdés (formato jazz band), Arsenio Rodríguez (formato de conjunto sonero), Pero, ninguno de esos músicos eran locos sublime, tan genios como PP. Sus contemporáneos no tuvieron la gasolina suficiente para llegar a la cúspide. Siempre hay un músico que sintetiza, culmina y cristaliza un género y una época; eso fue lo que hizo el gran creador cubano.
Con el apoyo de un atrevido empresario estrena el mambo en una carpa de circo sucia y remendada, y en ese ámbito vino al mundo aquel mambo sensacional. El nuevo ritmo fue como una bomba nuclear, el ritmo que hincó las venas ecuménicas de la música contemporánea. Coreografías espectaculares, giros, proezas, inventivas. Ese fenómeno no fue más que una auténtica revolución, la música que reflejaba los nuevos tiempos vertiginosos que comenzaban en la década de 1950, la proeza musical del siglo XX.

En mayo de 1951 PP viaja por primera vez a los Estados Unidos, el 10 de agosto ya estaba contratado para una gran gira por el la Costa Oeste (California), lo calificaron como “la orquesta de jazz con más swing del país”, “El Stan Kenton del momento, el nuevo Glen Millar”. (Sergio Santana)

En Nueva York estremeció los rascacielos y predio fuego al salón Palladium, dijo a todo el mundo ¡Aquí está la música cubana, lo más grande! En el teatro Carnegie Hall, donde se paran los grandes, el matancero ofreció dos conciertos de mambo a los que asistieron “!Para maravillarse!” los críticos y las mas relevantes personalidades newyorkinas que junto a Stan Kenton, Dizzy Gillespie, Artie Shaw, y otros artífices de la música popular estadounidenses, se interesaban por conocer y estrechar la mano de un músico tan grande para su tiempo.
Los viejos rumberos negros cubanos aseguran que Pérez Prado fue el impulsor de la timba, “ese lo hizo todo, ligó el iyesá, lo folclórico y lo más moderno”.

“Soy partidario del mambo –confesó en 1951, el gran musicólogo cubano Alejo carpentier, actuará ese ritmo sobre la música bailable cubana como un revulsivo, obligándola a tomar nuevos caminos. Hay mambos de una invención extraordinaria, tanto desde el punto de vista instrumental como desde el punto de vista melódico. Todas las audacias de los ejecutantes norteamericanos de jazz han sido dejadas atrás por lo que Celibidache llama “El mas extraordinario genero de música bailable de su tiempo””.

Paradojas de la música, Pérez Prado en su tiempo fue uno de los músicos más maltratados; sufrió secuestros, expulsiones, censuras, acusaciones. Los cubanos decimos que el trueno no le cae a la verdolaga. Eso quiere decir que los músicos intrascendentes pasan inadvertidos, los monstruos sagrados –como dicen los griegos- pasan por encima de las geografías, se desbordan, lo inundan todo. Eso fue Pérez Prado y todo lo que digamos de el, es poco. Fue el más grande de su tiempo y hoy, todavía sigue fuera de tiempo, no ha sido superado.
Por otra parte, PP siempre tuvo sus pies en la tierra, escribió para el pueblo de la calle, dedicó obras a los taxistas (ruleteros), a mujeres Patricia, Lupita). “El pueblo es el pueblo, -decía el coloso-, es contagio. Pueblo es el que vende periódicos, trabaja y vive, el que llega a su casa y le dice a su esposa y amigos: “Oye, hay algo nuevo y hay que verlo”. Los grupos selectos no son el pueblo, el pueblo es el que te lleva a las salas. En cambio el que no es pueblo, ése va a verlo una vez, no más y nunca le llenará el teatro más de dos veces, ¿está claro?” (F. Gómez)

Esta es la saga del gran músico cubano que nos puso, una vez más, en el mapa musical del mundo. Fue el Rey, un tipo de electa (un elegido), uno de los más grande que mostramos al mundo a la hora de afirmar la identidad.
“Como cubano me siento satisfecho de haber hecho algo bonito y que a la vez repercuta en mi país, lógicamente porque soy cubano, y creo que los cubanos deben sentirse rebién de que otro cubano este triunfando porque al ser cubano, pues es Cuba”. Así se manifestó a Erena Hernández en 1985.

PP falleció el 14 de septiembre de 1989 (cuando se derrumbaba el muro de Berlín), dos meses después comenzaría en La Habana el Boom de la salsa o timba cubana que seguiría el camino de PP. (se dice en el I Chin que por un lado se derrumba algo, cuando por otra parte se construye un nuevo movimiento ) El corifeo mayor de ese Boom es José Luis Cortés, renovador de un nuevo mambo (Murakami mambo), en las armonías, el empuje musical de hoy, de alguna manera aparece la sombra el Rey: Pérez Prado. ¡Uhhhh!